DEL RECLUTAMIENTO AL ECOSISTEMA DE TALENTO:¿ESTAMOS PREPARADOS PARA 2030?
Matías R. Fernández Ilarde
Presidente FIJE
CEO Acute Talent
Socio IOS desde 2018
Hace poco, en una conversación con el director de una gran empresa mexicana, me compartía con frustración: “Invertimos mucho dinero y meses en procesos largos y desgastantes para encontrar a la persona adecuada… y cuando por fin lo logramos —si es que lo logramos—, a los pocos meses se va, y no entendemos por qué”. Esa frase me quedó resonando, porque no es un caso aislado: es el reflejo de una mentalidad empresarial que sigue atrapada en los años 80 y 90, cuando “reclutar” era simplemente llenar vacantes y dar por concluido el problema.
Hoy, en 2025, esa visión no solo es insuficiente: es un riesgo estratégico. El mundo cambió. El talento se ha convertido en el activo más escaso y más valioso de la economía global. Las cifras lo confirman: más del 70% de las empresas declara dificultades para cubrir posiciones críticas, el nivel de compromiso laboral está en mínimos históricos y el costo de reemplazar a un mando puede superar el doble de su salario anual. En este contexto, las compañías que insistan en fórmulas rígidas corren el riesgo de volverse irrelevantes y poco atractivas hacia 2030.
El problema es que seguimos viendo el reclutamiento como un proceso aislado, cuando debería ser solo el inicio de algo mucho más grande: un ecosistema de talento. ¿Qué significa esto en la práctica? Significa dejar de pensar en contratación reactiva y empezar a diseñar un ciclo integral que conecte:
Formación y upskilling continuo, preparando a las personas para empleos que aún no existen.
Movilidad interna e internacional, ampliando oportunidades sin perder conocimiento valioso.
Retención basada en trayectorias claras, reconocimiento y liderazgo humano.
Diversidad e inclusión reales, que hoy están directamente asociadas a innovación y mejor desempeño financiero.
Salud mental y bienestar, porque sin energía y equilibrio no hay productividad sostenible.
El error más grave que cometen muchas organizaciones es la falta de flexibilidad. Obligar a regresar a esquemas rígidos, ignorar la necesidad de balance y no escuchar a los equipos es una receta segura para perder competitividad. Los datos lo demuestran: más del 70% de los empleados quiere mantener esquemas flexibles, mientras muchas corporaciones se empeñan en lo contrario. Esa desconexión abre la puerta a una fuga de talento que no siempre se ve en los balances, pero que erosiona lentamente la capacidad de crecer.
En los próximos años, la diferencia entre las empresas que lideran y las que desaparecen no será el producto, la tecnología o el capital financiero. Será la manera en que gestionen su ecosistema de talento. Y eso exige un cambio cultural profundo: pasar de la lógica del “contrato firmado” a la lógica de la experiencia integral que vive cada persona dentro de la organización.
Desde mi experiencia en Acute Talent y en foros internacionales, lo veo con claridad: las compañías que ya están construyendo ecosistemas robustos son las que se mantendrán competitivas rumbo a 2030. Las demás, si no cambian, quedarán atrapadas en modelos obsoletos, con rotación crónica y sin atractivo para las nuevas generaciones.
El futuro del trabajo ya no se juega en el proceso de reclutamiento. Se juega en la capacidad de cada empresa para diseñar un ecosistema donde el talento quiera entrar, quedarse y crecer. Esa será la ventaja competitiva decisiva en la próxima década.